10 junio, 2009

Sobre los Bachilleratos Populares

El brutal y recurrente bastardeo del discurso político no ha llegado todavía a negar que la educación es un tema de debate necesario. Todavía existe algún vestigio de que en las aulas se formarán los futuros líderes, profesionales, ciudadanos, etc. Ahora, más allá del sentimiento nostálgico ¿hay ningún tipo de debate? Las únicas discusiones que aparecen en torno a la educación suelen estar ligadas al salario docente, a las condiciones edilicias, etc. Nadie niega que deban discutirse estos temas pero ¿no debiera también discutirse qué rol debe jugar la educación dentro de un proyecto de país? ¿No debiera someterse al sistema educativo a una crítica sobre la vigencia de sus objetivos y de sus formas? La intención de este primer post sobre educación es difundir la experiencia de los Bachilleratos Populares quienes sí dieron paso a la discusión de estos temas, que decidieron tomar la educación en sus manos e iniciar un proceso de transformación del sistema educativo tomando como primera pregunta ¿qué lugar tiene la educación en el marco de un proyecto de país?

Encuadre general:

En principio nos bastaría decir que un Bachillerato Popular (BP) es un espacio que intenta formar sujetos críticos en base a una noción distinta de la educación. ¿Qué es lo distinto? Arranquemos por el análisis de su forma pedagógica. En sí los BPs no tienen la misma concepción en cuanto a la forma de enseñanza respecto a la educación formal. En ellos aparece una forma que intenta crear un vinculo fuerte entre la realidad específica (en tiempo y, sobre todo, en espacio) de cada sujeto con el sujeto mismo. Esta premisa tiene su justificación en que las formas de la educación formal, por las cuales han pasado todos los estudiantes de los BPs, están basadas en un concepto abstracto del conocimiento, un conocimiento cuyo sólo objetivo es llenar de saberes universales a sujetos que, luego de pasar por las instancias requeridas, deberán utilizar dichos saberes para poder adaptarse al medio (1). En este sentido intercede la educación popular. Desde sus orígenes, en Brasil, la educación popular tuvo como objetivos transformar la realidad en la cual se encontraban esas personas. Una realidad signada por la falta de conocimiento del lenguaje, por ende, inhabilitados a organizarse para cualquier tipo de fin. En ese sentido, de la mano del MST, en Brasil se comenzó la puja por una educación que tuviera como finalidad el crear sujetos capaces de organizarse para poder iniciar un lento proceso de transformación de su realidad objetiva. He aquí la principal diferencia entre la educación formal y la educación popular: en la primera no existe más objetivo que llenar las cabezas de los individuos para que los mismos puedan adaptarse a su medio, independientemente del contexto específico de cada uno. En la segunda se ve claramente que el objetivo no radica en la adaptación del sujeto sino que implica la necesidad de la transformación del medio en el cual esos sujetos viven.
Frente a un objetivo distinto deviene un método distinto. La forma de los BPs está basada en generar un espacio no vertical donde los estudiantes puedan apropiarse del conocimiento de forma directa. Es decir, se presenta la necesidad de generar un conocimiento que de cuenta de su realidad específica, que sea capaz no sólo de comprender su realidad, sino que también pueda transformar esa realidad. Entendiendo que la forma más potente de transformar esa realidad es mediante la cooperación entre estudiantes y profesores, se lleva a la práctica un espacio en el cual los mismos intercambian saberes orientados a accionar sobre esa realidad.
Los BPs nacen, en Argentina, frente a una manifiesta exclusión de la escuela formal pública originada, no sólo en los fundamentos de la misma, sino también, en el proceso de degradación que sufrió la educación pública en las últimas 4 décadas. Nacen frente a la creciente privatización de la enseñanza, no sólo manifestada en el avance del sector privado en este campo, sino también en el desinterés por parte del Estado en cuanto a la importancia relativa de la educación en un proyecto de país (quedará para artículos posteriores analizar la unidad de este proceso y sus implicancias). Es por ello que los BPs están ligados a la crisis de 2001, crisis que encarnaba todos estos aspectos y arrastró consigo a la sociedad argentina a una de sus más crudas miserias.
También es cierto que todos los BPs están ligados a organizaciones sociales, de mayor o menor envergadura. Esto da cuenta de que las organizaciones sociales perciben a la educación como arma principal para la lucha por un país-mundo más justo (cualquiera sea la forma de este). La lucha actual de los bachilleratos populares está en lograr la oficialización de sus títulos, es decir, en la generación de un marco legal que reconozca la experiencia de los bachilleratos populares como otra forma de educación posible. Bajo las normas vigentes, los BPs son reconocidos como instituciones privadas, lo cual implica una diversidad de impedimentos legales para la obtención de medios (herramientas, subsidios, etc.) para lograr un funcionamiento normal y digno en cada BP.
Es conveniente aclarar que el objetivo de los BPs no es servir de complemento, o suplir una necesidad que el Estado ha relegado. La acción política de los BPs es operar sobre el desarrollo de la conciencia de los individuos a fin de crear entre los mismos la capacidad de cooperar para poder transformar su realidad objetiva. De esa forma colectiva generar un país/mundo más justo e igualitario. Este objetivo se plasma en la apertura de espacios en donde sectores populares puedan hacerse responsables de sus propias vidas en un colectivo a través del debate y reconocimiento de su propia acción.

Perspectivas:
Habiendo hecho un breve análisis sobre los BPs, tratemos ahora de ver cuales son las potencialidades que de sí se desprenden.
Existe una corriente, dentro de los sectores de la educación, que propone llevar a la escuela formal, en especial a la escuela pública, las formas y los contenidos que aparecen en los bachilleratos populares. Es decir, operar sobre las formas pedagógicas de la educación formal a fin de convertirlas en prácticas de tinte más horizontal y que posibiliten la formación de sujetos críticos dentro del sistema formal de enseñanza (2). Esta corriente plantea, a su vez, que la creación de los BPs está ligada a la dificultad que encuentran muchos profesionales para poder ejercer la docencia (3). Como todo intento de análisis que se base en la expresión sin preguntarse el por qué, esta corriente no puede dar cuenta de que la razón misma de existir de los BPs es otra muy distinta a la de la educación formal. Como dijimos anteriormente la educación formal tiene como objetivo formar sujetos adaptables al medio, en cambio la educación popular tiene como objetivo la formación de sujetos que sean capaces de operar colectivamente sobre la realidad a fin de transformarla (4).
Pero tratemos de analizar ahora las potencialidades que tiene el BP por sí mismo, es decir, analicemos las potencias de su propia acción política concreta. Es claro que a la hora de generar una acción política deben aparecer los medios (cualquiera sea la forma de estos) que posibiliten llevar acabo dicha acción. Entorno a esto surgen los principales conflictos y contradicciones de los BPs. La lucha por el reconocimiento de parte del Estado de la experiencia educativa popular encuentra un límite específico, a saber: ¿por qué el Estado debiera incluir estas formas de educación si ha denigrado y postergado a la educación pública? es más ¿por qué un Estado debiera brindar los medios necesarios para generar procesos políticos autonomistas que tengan como potencialidades la abolición de una lógica mercantil aplicada a la educación (y no sólo a ella) y a fin de cuentas, la abolición de su propia necesidad de existir?
Frente a esta disyuntiva habrá algunos que dirán que la autogestión es posible y que es la única vía de acción coincidente con las propias determinaciones de un BP y por ende la única capaz de desarrollarlas. De otra forma se caería en la politiquería sucia representada por los partidos políticos y su inseparable accionar clientelístico, usufructuantes de la miseria que se desea erradicar. Aunque, por otro lado, es de notar que el escenario donde quedan circunscriptos los BPs es tal por carecer de los medios mismos y por tanto, incapaz de generar una transformación. De aquí se desprende que los medios que permitan la concreción de dicha acción deben provenir de un afuera, en otras palabras, este proceso debiera reconocer la unidad que existe dentro del mismo sistema capitalista y su inseparable dependencia, es decir, debiera suprimir sus pretensiones autonomistas. Este problema general está un discusión constante ya que, si bien no aparece de esta forma, toda acción política que se desprenda de los BPs está íntimamente ligada a esta dicotomía inconclusa.
Dadas las condiciones actuales en las cuales se encuentran los BPs, es de esperar que dicha acción política no se haya discutido. La mayoría tiene que lidiar en este momento con la generación de normas internas que manifiesten sus pretensiones (por ejemplo: cómo evaluar los contenidos, cómo encarar la cuestión de las asistencias, cómo construir el espacio propio, etc.). La pretensión de este artículo es doble: por un lado dar a conocer las nuevas experiencias educativas-transformadoras y por el otro poner de relieve los conflictos y contradicciones que las mismas generan, a fin de plantear el debate correspondiente.

Notas al pie:
1. Se puede decir que, desde la perspectiva de los BPs, la acción devenida de la educación formal sólo reproduce al sistema y por lo tanto no es capaz de transformarlo. Es en éste sentido en el cual se hace la diferencia entre adaptación y transformación. Cabe mencionar que este es un tema bastante delicado de discusión, ya que todos los docentes de los BPs son egresados de la escuela formal y, gran parte de ellos, transita en la universidad pública. Entonces, ¿es el tipo de educación formal la responsable de reproducir individuos adaptables? Obviamente no en su totalidad. A su vez, sería un error desenmarcar a la educación pública con el modelo neoliberal causante de enormes daños a todo lo que otrora tuvo algún rótulo de público. Es bien entendido por los BPs que no es sólo la educación formal la que reproduce individuos adaptables, sino que existe todo un modelo más amplio detrás que así lo hace. Los BPs intentan modificar esa reproducción de sujetos individualistas a través de la educación, tanto por elección como por posibilidades concretas de hacerlo.
2. Este discurso está basado en las declaraciones de la docente Laura Marrone (Ademys) en la discusión presentada en la Facultad de Filosofía y Letras (UBA) en el marco del debate titulado: “Lo público/lo privado: surgimiento y reconocimiento de los bachilleratos populares” organizado por Inédito Viable (Espacio Universitario en Cs. de la Educación).
3. Recordemos que un profesional por más recibido que esté debe contar con un profesorado para poder ejercer la docencia acorde a las normas. De la norma a la realidad hay mucha distancia.
4. Que quede claro que aquí no se está discutiendo el hecho de que la acción transformadora, generalmente llamada revolución, deba venir desde adentro o desde afuera del sistema, simplemente nos limitamos a exponer las posturas más relevantes respecto a este tema.


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