12 octubre, 2009

Golpe de Estado en Honduras I. Un déjà-vu latinoamericano

El 28 de junio por la mañana, Latinoamérica asistió a una especie de déjà-vu, proveniente, esta vez, de Honduras. Un grupo de militares armados se presenta en el domicilio del presidente Manuel Zelaya y, luego de un enfrentamiento con su custodia personal, lo secuestra y envía a Costa Rica. Otro golpe de Estado...

Los hechos: sucesos de la supuesta “sucesión constitucional”

Hasta el día de hoy, el gobierno de facto que quedó instaurado con el golpe sigue sosteniendo que lo sucedido el 28 de junio se trató de una sucesión constitucional que siguió al arresto de Zelaya, ordenado por la Corte Suprema, por haber violado la Constitución Nacional. Estos son los procedimientos que implicó este pretendido “acto legal” y los hechos que lo siguieron:
*Luego de la irrupción de un grupo militar que hace salir de su domicilio por la fuerza a Zelaya, éste es trasladado en el avión presidencial, custodiado por militares, a la base de Soto Cano (o base aérea Palmerola), ubicada en las cercanías de Comayagua, en el territorio hondureño (Soto Cano es una base militar construida por EEUU en 1981 como sede de las operaciones para enfrentar al gobierno sandinista de nicaragua y que en la actualidad es utilizada por las fuerzas norteamericanas como base para la llamada “Guerra contra las Drogas” en Sudamérica). Desde allí, Zelaya es trasladado al aeropuerto de San José en Costa Rica.
*El mismo domingo, horas después del golpe, se lee en el Congreso la supuesta renuncia del presidente Zelaya a su cargo. Una vez aprobada, asume como presidente interino el presidente del Congreso, Roberto Micheletti.
*A pesar de la presencia militar en las calles, los cortes de luz y radio y la suspensión de las transmisiones del canal 8 (oficial) y del canal 36 (afín al gobierno depuesto) una gran cantidad de personas se acerca al Palacio Presidencial reclamando la restitución del mandatario.
*Desde Costa Rica, Zelaya habla a través de los medios internacionales denunciando los sucesos de esa mañana y negando haber renunciado a su cargo. Se dirige a los soldados hondureños, a quienes pide que no permitan que se consolide el golpe, y al pueblo, a quien exhorta a mantener la desobediencia civil, aunque sin violencia. El comunicado se dirige también al gobierno de los Estados Unidos con la exigencia de que se aclare que no se encuentra detrás del suceso y a todos los Estados, pidiendo la condena inmediata del golpe.
*Ante estos hechos, la OEA (Organización de los Estados Americanos), convocó una reunión de urgencia en la cual condenó firmemente el golpe y reclamó la restitución del orden constitucional en Honduras. El mismo pedido provino de la Unión Europea. El presidente de los Estados Unidos, Barak Obama, a su vez, reconoció a Manuel Zelaya como el único presidente de Honduras y reclamó el respeto de las instituciones democráticas.
*Ante las declaraciones de Zelaya y la respuesta de los gobiernos de la zona, el gobierno de facto cambia de discurso: no se trata ya de una renuncia del presidente sino de una orden de arresto contra él emitida por la Corte Suprema, por los cargos de haber violado la Constitución al pretender realizar cambios que le permitan ser reelecto (ver más adelante).
*Hillary Clinton, Secretaria de Estado del gobierno norteamericano, propone al presidente de Costa Rica, Oscar Arias, como mediador en el conflicto. Tanto Zelaya como Micheletti aceptan la mediación, que produce como resultado un documento de siete puntos que incluían la restitución de Zelaya, la formación de un gobierno de coalición, amnistía política, elecciones adelantadas, no discutir cuestiones constitucionales y la revocación de la resolución de la OEA por la cual se suspendieron las actividades del país dentro de la organización. Pocos días más tarde, la mediación fracasa ante la negativa del presidente de facto de aceptar la restitución de Zelaya a su cargo.
*Después de más de tres meses exiliado y tras un intento fallido realizado unos meses atrás, Zelaya retorna a Honduras el 21 de septiembre y se refugia en la embajada de Brasil. Desde allí llama a la protesta pacífica. Las manifestaciones en los alrededores de la embajada son reprimidas por la policía y el ejército bajo las órdenes del régimen de facto, y se cuentan ya con al menos tres muertos y decenas de heridos como resultado. Se declara el estado de sitio.
*Días atrás, una misión de cancilleres de la OEA arriba a Tegucigalpa para negociar la salida del conflicto. El gobierno de Micheletti sigue en su posición de no consentir al retorno de Zelaya y celebrar elecciones en noviembre, como estaba previsto antes del golpe. La misión se retira sin resultados.

Antecedentes: los pecados de Zelaya
José Manuel Zelaya Rosales asume la presidencia de Honduras en enero de 2006, luego de ganar las elecciones en 1995, representando al Partido Liberal y apoyado por los grupos económicos más importantes del país. Desde el principio, su gobierno comenzó a distanciarse de los fundamentos del Partido Liberal, así también como de sus principales dirigentes y referentes, inclinándose a la izquierda del espectro político.
Hacia fines de 2007 comienza a acercarse a los gobiernos de los países integrantes del ALBA -Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América- (a la que ingresa a comienzos de 2008); principalmente, a Hugo Chávez. Ganándose la antipatía de las compañías locales, impulsa una legislación de compra internacional de petróleo por licitación internacional. Este hecho lo acerca indefectiblemente a Venezuela, que ofrece abastecer de combustible a Honduras a precios subsidiados a través de Petrocaribe, alianza a la que ingresa en enero de 2008.
Todo esto acompañado por otras acciones de gobierno que tendieron a irritar por igual a los partidos conservadores, a sus antiguos aliados, a los empresarios locales y a las fuerzas armadas. Entre ellas se contaron el aumento en el salario mínimo de los trabajadores estatales, la reglamentación del trabajo doméstico, la oposición a la ley minera (que implicaba la entrega del manejo de importantes recursos a empresas como Texaco, Esso y Standard Oil), la propuesta de la transformación de la base Palmerola y la eliminación de los beneficios impositivos a las compañías locales con franquicias de comida rápida. Ya hacia fines de 2006 Zelaya reemplazó a varios ministros y secretarios pertenecientes al Partido Liberal por allegados suyos, militantes de izquierda en los años ’80, provocando gran irritación en quienes, hasta entonces, eran sus aliados.
El día que Zelaya es depuesto estaba prevista la realización de una consulta popular que tenía el fin de determinar si debía incluirse en las elecciones de noviembre una cuarta urna. Siendo las otras tres para la elección del presidente, de diputados y de corporaciones para los municipios, la cuarta serviría para decidir sobre la reunión de una Convención Constituyente para la reforma de la Carta Magna.
Ya en junio de este año, se desata el conflicto institucional. El general Romeo Vásquez, se niega a seguir las instrucciones de Zelaya para llevar a cabo el traslado de urnas para la realización de la consulta propuesta para el 28 de ese mes. Por su parte, la justicia electoral había ordenado detener las urnas y el material electoral declarando inconstitucional dicha medida. Zelaya encabeza entonces una caravana de autos que parte desde la casa de gobierno y llega a la base aérea donde se encuentran secuestradas las urnas, que son trasladadas con el fin de seguir adelante con la organización de la consulta popular. El 24 de ese mes, Romeo Vásquez es destituido como consecuencia de sus actos e, inmediatamente, la Corte Suprema, el Tribunal Supremo Electoral y el Congreso Nacional se oponen a la medida y ordenan la restitución del general, a lo que Zelaya no accede. Esto provocó una reacción que terminó con cientos de soldados armados en la calle, rodeando los edificios estatales, cuatro días antes del golpe.

Y la derecha dice…
Luego de “cambiar de opinión” acerca de la supuesta renuncia de Zelaya, el gobierno de facto justifica el golpe (que, según sus declaraciones se trató de una sucesión en el poder de acuerdo a los procedimientos legales vigentes) con el argumento de que el arresto del presidente respondió a la violación de la Constitución. Según los representantes del nuevo gobierno, Zelaya violó la ley al pretender la reforma de la Constitución con el fin de eliminar de ella los artículos pétreos, uno de los cuales prohíbe la reelección del presidente y condena cualquier intento de perpetuación en el poder.
Lo curioso es que la consulta popular a realizarse el 28 de junio pretendía determinar si en las elecciones de noviembre debía instalarse una urna para, recién en ese momento, votar si debía llamarse una Convención Constituyente. No existió nunca la posibilidad de que Zelaya pretendiera ser reelecto ya que, bajo la Constitución vigente, no podría presentarse como candidato y, aun de ser la respuesta a la consulta afirmativa, la Convención se reuniría habiendo ya un nuevo presidente electo.
La expulsión de Zelaya de Honduras, sostienen Micheletti y sus allegados, siguió a la emisión de una orden de arresto emitida por la Suprema Corte. Supuestamente, en ella hubo una votación unánime que declaraba ilegales los actos del mandatario y ordenaba su arresto. Lo cierto es que en nada se asemeja a un arresto la intrusión que hacen las Fuerzas Armadas en el domicilio presidencial y, sobre todo, ningún arresto supone enviar al arrestado fuera del país.
Claramente, estos argumentos pierden sus fundamentos ante el menor análisis. A todas luces, de lo que se trató en Honduras es lisa y llanamente de un golpe de Estado. Así lo reconocieron claramente todos los gobiernos de la región, tanto representados por la OEA como individualmente, incluido el de Estados Unidos. Sin embargo, las autoridades de este país, que cuenta con mayor poder y posibilidad de intervención que cualquier otro, mostraron severas ambigüedades.

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