14 diciembre, 2009

Ciegos los que no quieren ver

¿Quién se anima hoy a invocar un único movimiento de trabajadores? Antes, ¿quién se anima a invocar un movimiento de trabajadores?
A grandes rasgos, podríamos hablar de tres grupos: CGT (simplifiquemos, digamos que es una sola), CTA y los sindicatos clasistas. CTA pivotea, no? Ha marchado con la CGT, los Hugos tienen buen vínculo, pero también se lleva con los otros, muchas veces los incluye. Tiene un reclamo histórico: la personería gremial. El gobierno la tiene prometida, pero no la larga. Y es ése punto clave el que más los enfrenta con este gobierno y, nos parece, el que impide que lo apoyen más abiertamente ahora que anda tan dadivoso.
Pero la cosa viene fulera: los números no andan bien, los conflictos salariales recrudecen, la inflación la desconocemos, los muchachos del subte están decididos, hay varias empresas con problemas a nivel de planta, etc.

¿Qué tiene cada grupo para ofrecer? Otra vez a grandes rasgos: la CGT, los aumentos salariales por encima de la inflación para una muy reducida parte del universo de los trabajadores; la CTA, la construcción de algo distinto (aunque sea en proyecto) y la inclusión de los trabajadores no formales; y los sindicatos clasistas alternativos, el enfrentamiento con la patronal al momento de discutir salarios, donde el tradicional sindicato burócrata hace la plancha.

¿Cómo se encuentran estos grupos? ¿Se encuentran? Al parecer no mucho. Que la CTA es una “
zurda loca”, que la CGT es todo lo mismo (y todo malo), que la izquierda mete intereses partidarios -y el resto no?-. Pero al mismo tiempo, ha habido confluencias, ha habido acuerdos.

El tema que aparece claro es que para avanzar en esas confluencias –que de eso se trata, muchachos- tiene que haber algunos cambios. Y, en parte, los ha habido. Ya son dos los fallos de la Corte Suprema que atentan, de un modo u otro, contra el modelo de monopolio sindical, sobre el primero ya hablamos
acá, y el segundo lo que hace es extender la protección de los delegados gremiales, tengan o no personería, igualando –en la práctica- ambos “tipos” de sindicato).

Pero dos cosas sobre esto: 1. no alcanzan para abrir el juego si no hay una decisión política que los sobrevuele, 2. cuidado con aplicar parches y abrir brechas en la legislación sin una idea global. Sobre el punto 1, este gobierno está dilatando lo a esta altura es impostergable (con intimación de organismos internacionales incluidos). Con el tiempo la decisión se vuelve no sólo más costosa, sino sobre todo –y más relevante para los K- menos rendidora en términos políticos. Sobre el 2, puede ser complicado abrir el campo a una diversidad de situaciones no amparadas en una ley general siendo que, de hecho, puede “dividir” aún más y ahí sí que nadie puede saber donde termina la cuestión.

Evidentemente, todo indica que es momento de revisar el modelo sindical en su conjunto.

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