25 noviembre, 2008

Libertad, no libertinaje.

La Corte zanjó una puja entre la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) y el gremio del Personal Civil de las Fuerzas Armadas (PECIFA) afirmando que el artículo 41 de la Ley 23.551 de asociaciones sindicales en su inciso A "viola el derecho a la libertad de asociación sindical amparado tanto por el artículo 14 de la Constitución Nacional como por las normas de raigambre internacional (...)".
Las repercusiones y declaraciones estuvieron a la orden del día, sin embargo habrá que esperar para poder observar las consecuencias reales de la medida. Mientras analizamos sus posibles implicancias (las cuales publicaremos eventualmente), nos gustaría compartir con ustedes algunas reflexiones de fondo sobre la cuestión.
Lo central del fallo, creemos, es que abre las puertas a la libertad sindical al interior de las empresas, es decir, devuelve la organización sindical a las bases. Contrariamente a lo que señalan los voceros de la CGT, no habría razón para que se produzca una “multiplicación de sindicatos” (además de existir límites legales a la cantidad de delegados en relación a la cantidad de trabajadores, etc.) si es que esa Central ha trabajado correctamente respecto de los intereses de sus representados en su rama de actividad. Como saben que no es así, las protestas respecto de este fallo expresan la preocupación por la pérdida del monopolio en la representación y, por ende, el comienzo del fin de su poder centralizado.
De igual modo que nosotros nos planteamos empezar desde cero en nuestra construcción debido a la imposibilidad manifiesta de los actores actuales de modificar sus lógicas internas y personificar la transformación necesaria, la necesidad de construir un movimiento sindical democrático y masivo requiere, en la Argentina actual, comenzar de nuevo. La estructura burocrática del sindicalismo cegetista no puede personificar esa función: se encuentra demasiado frenada por luchas internas, por la corrupción, el personalismo y la centralización; y está muy lejos de transformarse para actuar en el sentido que creemos necesario. No es fácil decirlo brevemente, pero su rol es uno distinto al de “representar a los trabajadores”. Habrá que construir por otro lado: bienvenida la CTA (así como cualquier otra que exprese una tendencia sindical distinta) como central de trabajadores con personería jurídica, esperamos que hayan aprendido de las lecciones brindadas -durante tanto tiempo- por su competidora. En definitiva, lo central es el avance del poder de los trabajadores, habrá que ver cómo este cambio permite tal proceso.

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