10 mayo, 2010

Subejecución y falta de ingresos como excusa

El gobierno de la ciudad ha estado recurriendo a dos estrategias para ajustar el presupuesto a sus objetivos sin tener que enfrentar los costos políticos que tendría al “confesar” tales fines: la subejecución de partidas con fines específicos y explicarlas como resultado de la falta de ingresos. Así, esquiva la forma institucional principal de dar a conocer sus objetivos: la discusión parlamentaria (pública) del presupuesto. Estas dos se agregan a los “superpoderes” que actualmente posee el gobierno de Macri (aunque parece estar en contra de los mismos para el gobierno nacional).
Veamos qué sucedió efectivamente. Como podemos ver en el cuadro 1, a pesar de todo, la recaudación efectiva en relación a lo presupuestado hasta el mes de noviembre es únicamente un 5,5% menor. En ese marco, vemos que la caída de los Recursos Tributarios es inferior al 5% y, en cambio, los No Tributarios crecieron un 11% por encima de lo presupuestado. Traducido a millones de pesos, implica que en vez de recaudar cerca de 12.900 se alcanzó la cifra de 12.300. Es decir sólo le faltaron a las arcas de la Ciudad, 600 millones de pesos. A pesar de ello, todo lo que no se hizo se endilgó a la falta de presupuesto. Un caso muy concreto de ello tiene que ver con los recursos que son de uso específico en la ampliación de la red de subterráneos que se nutre de parte del impuesto inmobiliario y de patentes y de los pagos realizados en moratorias. Como sabemos las obras en la red han sido totalmente paralizadas, postergándose para fines de este año la inauguración de una sola estación.
Entonces si la falta de recursos no es la culpable de todas las obras paralizadas y del deterioro de la calidad de los servicios de Educación y Salud pública, ¿cuál es el problema? Como se ve claramente en el siguiente gráfico, también construido con datos hasta el mes de noviembre (o sea con más del 75% del año recorrido), los números rojos de la subejecución se concentran fuertemente en el rubro Inversión. Es difícil pensar en un proceso de similar magnitud en el rubro Remuneraciones, sin embargo la inversión parece ser menos necesaria y más maleable políticamente. Aquí la idea “gestión” neutral muestra lo que verdaderamente es.
Un breve repaso de las más destacables subejecuciones del macrismo mostraría que sólo se ejecutó el 51% del presupuesto de inversión en Salud; el 38% del de Educación, el 34% de Vivienda; 8% de Trabajo. Ni que hablar del 28% de Transporte y 1% de Turismo. Se puede ver que a grandes números la inversión en “Servicios Sociales” sólo es superada en su subejecución por la Administración Gubernamental y, llamativamente, por “Servicios de Seguridad”. Cabe destacar que los montos asignados a estas partidas son muy dispares: los de Educación, Salud y Vivienda (tres de los mayores déficit de esta ciudad) son los más importantes y los más subejecutados.
Claramente todos estos porcentajes son superiores a la ausencia de ingresos presupuestados: la ejecución total de inversión alcanza el 46%, muy por encima del 5% de recursos faltantes. Sin embargo, los montos pagados en el rubro Deuda Pública se desarrollan a buen ritmo.

La evidencia ineludible de la intención del GCBA de querer reducir la inversión se muestra en el presupuesto 2010: hay un recorte de un 50% en dicha área, reducción similar a la subejecución del 2009. Lejos de ser un recorte necesario debido a una merma en la recaudación, pareciera ser que la constante degradación presupuestaria que recibe la inversión en la CABA es la única política de estado que el Ing. Macri tiene para ofrecernos. ¿Por qué única? Porque frente a tantas variaciones en las asignaciones presupuestarias, de todas las grandes partidas, lo que se deja ver es que no tienen ningún plan en mente más que el de agotar la inversión pública. Se supone que el seguimiento de los presupuestos de cualquier ciudad, distrito o país deben reflejar un rumbo al cual se desea llegar. Cuando uno analiza los presupuestos de la gestión del macrismo lo que aparece es un zigzagueo constante en las partidas que, salvo el anteriormente mencionado agotamiento en la inversión, nada deja planificar.
Pero supongamos, por un momento, que somos gente que actúa de mala fe, que realmente no queremos creer -como si el análisis presupuestario necesitara de creencias- en el actual jefe de gobierno de la ciudad; supongamos que el problema radica en la falta o fluctuación de la recaudación… ¿y? ¿qué se hizo al respecto? Sin creencias de por medio… no se hizo nada. El GCBA depende en casi un 70% de la recaudación de IIBB, uno de los impuestos más regresivos y procíclicos que existen: apenas baja el nivel de actividad lo mismo sucede con la recaudación. Lejos de querer modificar la estructura impositiva, el GCBA, pretende intensificarla a través de la suba generalizada de dicho impuesto. ¿Qué otro recurso utiliza la actual gestión? Endeudamiento externo pero, ¿cómo se supone que pagará los futuros vencimientos si no hay inversión? ¿Qué otras fuentes de ingresos podría tener la CABA? Echemos un vistazo a lo siguiente:
“Las administraciones que han manejado la CABA desde el inicio de su autonomía formal no han podido romper con un modelo heredado de gestión. La captura de recursos y el nivel del gasto público se encuentran muy retrasados respecto de la riqueza que la Ciudad genera.
El producto geográfico per cápita en la Ciudad de Buenos Aires está en el orden de los u$d 26.000. El gasto público per cápita, en tanto, no alcanza los u$d 1.600. Esta desproporción es la que explica una provisión de bienes públicos locales sumamente deficiente y alejada de los niveles de riqueza creada por el distrito.
Los altos niveles de PBG per cápita permiten a muchos porteños resolver en el mercado estas deficiencias de los bienes públicos locales reforzando un círculo “vicioso” de desinversión y retirada del Estado, reforzando la desigualdad que caracteriza a la Ciudad.” (1)
Estos números reflejan que el GCBA tiene un gasto per cápita del 5,7% del total de riqueza generado, contra el 11,4% de la Provincia de Bs As, el 15,2% de Santa Fé y el 18,5% de Córdoba. Para ir directamente a los números: de los casi 300 mil millones de pesos que se generan en la CABA el GCBA recauda menos de 17 mil millones de los cuales el un poco más del 11% proviene de la colocación de deuda.
Primero tuvimos a un Macri candidato que aseguraba que con la plata que existía en la CABA alcanzaba para cubrir los gastos y generar inversión “con el mismo criterio que utilizaba una ama de casa”. Luego, y después de prometer en su campaña que no lo haría, el Jefe de Gobierno hasta ese entonces electo decidió promover y apoyar en la legislatura una suba de ABL. Luego de asumir con un mayor presupuesto que en años anteriores empezó a hacer uso de la colocación de deuda, aunque de limitado uso dado el impedimento que le genera su relación con el gobierno nacional. Luego de asegurar que alcanzaba con lo que había y de aumentar la tasa impositiva de ABL negó que haya disponibilidad para aumentos en los salarios de los trabajadores de la educación y la salud. Luego de asignar partidas en el presupuesto generado y votado por la legislatura porteña, donde el macrismo tenía hasta el momento la primera minoría, decidió reasignar todas las partidas, principalmente las de inversión, subejecutándolas en su mayoría. Luego de acordar un supuesto aumento con ciertos sectores públicos anuncia que sin el aumento en los IIBB de la CABA esos aumentos no tendrían de dónde salir, es decir, primero decidió que iba a aumentar sin siquiera preguntar de dónde saldría el dinero. En fin, la tan ansiada planificación y gestión apolítica del macrismo resultó ser un fiasco absurdo que no puede justificarse a sí mismo, que una y otra vez tropieza con sus propios razonamientos y que se muestra inútil a la hora de resolver los problemas más básicos de la ciudad.

Nota al pie 1: Bloque Igualdad Social. Observación al despacho 891/09. Presupuesto 2010 para la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

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