30 noviembre, 2008

Plan B... ¿o A?

A un poco más de 2 meses de jactarse en el Consejo de las Américas de no necesitar un plan B, CFK anunció las medidas que adoptará el gobierno para “evitar una caída en la generación de empleo y del PBI”. Si bien no es el eje de lo que buscamos discutir en este momento, cabe dejar planteadas algunas preguntas, como por ejemplo, ¿por qué la presidenta creía que la economía argentina que históricamente ha dependido del resto del mundo, y en particular en el pasado reciente, podía evitar una crisis de esta magnitud? o ¿por qué esperar que los efectos de la crisis fueran tan evidentes?
Dejando de lado estas cuestiones, la idea es concentrarnos en el análisis del paquete de medidas que ha anunciado el gobierno para afrontar la crisis.
La primera de ellas es la ayuda a las PyMEs a través de la condonación de las deudas impositivas (en el sistema provisional alcanza el 100% de la deuda, pero quedan excluidos el sistema de salud y el de ART) y una rebaja en las contribuciones a quienes blanqueen personal o contraten personal en blanco. Al respecto, podríamos preguntarnos: ¿cómo se espera que las empresas que no pudieron blanquear personal antes puedan hacerlo ahora? Esto tiene dos posibles respuestas. Por un lado, que hay quienes teniendo la posibilidad de blanquear personal en el pasado no lo hicieron porque no quisieron, en cuyo caso esta medida desacredita completamente la campaña que viene realizando la AFIP “por una nueva cultura tributaria”. Por el otro, que hay quienes sí quisieron, pero no pudieron hacerlo porque esto hubiese implicado la destrucción de sus posibilidades de competir, con lo cual aún en el caso de que la medida generara un alivio en el corto plazo para este tipo de empresas, no soluciona sus problemas estructurales. Sea cual fuere realmente la respuesta, es evidente que esta medida no ataca ninguno de los dos problemas subyacentes.
En segundo lugar, se encuentra la polémica propuesta de retener sólo un 8% a los capitales radicados en el exterior que sean declarados, aunque no repatriados; y para aquellos que se encuentren en el país un 6%, 3% o 1% en caso de que no sean invertidos, se destinen a la compra de bonos o sean invertidos productivamente. Ahora bien, en este punto es importante mencionar que estos capitales actualmente pagan entre un 10% y un 35%, y que quienes no están afrontando un juicio actualmente pueden hacerlo en el futuro. Por otra parte, incluso a los capitales que no regresen y a aquellos que no sean invertidos, se les reduce la alícuota y se cancelan los juicios en caso de haberse iniciado. Entonces, ¿de qué manera contribuye esta política a alcanzar el objetivo de evitar la caída del producto y del empleo?
Por último, en relación con las obras públicas se anunció “el plan más ambicioso del que se tenga memoria”. Con respecto al mismo habría que mencionar que si bien el sector construcción es uno de los que más puestos de trabajo ha generado en el período de la post convertibilidad, también es uno de los peores en términos de salarios y de porcentaje de trabajadores registrados. (Nota de CC: semanas después Massa, el Jefe de Gabinete, tuvo que reconocer que muchas de esas obras ya habían sido anunciadas).
En conclusión, si bien se puede considerar irracional pedir un cambio de modelo en medio de una crisis internacional, los anuncios realizados por la presidenta no hacen más que profundizar la línea de un modelo que se ha mostrado incapaz de hacer frente a la coyuntura, en lugar de intentar introducir cambios que permitan, fuera del contexto de la crisis, avanzar hacia una economía no tan vulnerable a los acontecimientos de orden internacional.

No hay comentarios: