25 noviembre, 2008

Respecto al tema AFJP

La decisión de terminar con el sistema de AFJP y volver al sistema de reparto se tomó a la usanza kirchnerista: improvisadamente, sin ningún tipo de debate “teórico”, sin una clara explicitación de razones u objetivos. Pero no es nuestra intención discutir las formas kirchneristas (ni tampoco cuestiones secundarias como si el destino de estos fondos será la caja y/o la deuda), sino más bien cuál es la naturaleza de la Seguridad Social y por ende quién debe dirigirla. Dejando de lado el contexto imperfecto en que esta medida aparece, nos limitamos a señalar por qué, a pesar de todo, estamos a favor de un sistema jubilatorio exclusivamente estatal, siendo que lo costoso e ineficiente del sistema de capitalización ha sido profundamente comprobado.
La jubilación obligatoria debería asegurar un monto de ingreso necesario para reproducir la vida de los trabajadores una vez agotada su fuerza de trabajo, su vida activa en tanto trabajador. En otras palabras, debe asegurarle al individuo un nivel de vida acorde con el que llevó durante los años laborales y, por lo tanto, el latiguillo del 82% móvil no por utilizado, deja de ser el verdadero objetivo de mantener un nivel de vida similar durante la etapa pasiva. Ahora bien, ¿cómo se garantiza esa masa de ingresos durante todos los años de vida posteriores al retiro?
Evidentemente, una empresa privada se restringirá a gestionar los fondos de la manera (cualquiera sea) que maximice el flujo de comisiones que obtiene. Por lo tanto, invertirá los aportes en activos financieros, los cuales están en este mismo momento demostrando de manera explosiva la volatilidad que les es inherente. Como resultado de ella, las administradoras tendrán pérdidas que no podrán absorber completamente, reduciendo, por ende, los ingresos jubilatorios futuros de los aportantes. Entonces, como claramente se ha visto en estudios realizados sobre el sistema privado, las administradoras no pueden, bajo ningún concepto, garantizar el objetivo que posee el sistema de seguridad social, sin eliminarse como empresas que generan ganancias. Por lo tanto, el Estado es el único que puede hacerse cargo de garantizar un nivel de vida.
Recién después de haber determinado que las AFJP no pueden cumplir el rol que se necesita, y sólo en ese momento, debemos preocuparnos por dar cuenta del destino específico de los fondos actualmente administrados por ellas y la forma de instrumentar el traspaso, lo cual intentaremos desarrollar en otro momento.

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